miércoles, 20 de agosto de 2014

Siempre tú


Ahogaré mis creencias
para tener unas nuevas.
Me vestiré con tus penas
y llevaré las penitencias.


Pero amanece en mis brazos,
no te vayas.

La vida se está yendo,
maldita cobardía.
Tomar tus finas manos,
 unidos partiendo.



Pero despierta querida,
no te vayas.

El verdadero amor espera
dentro de féretros embrujados.
El verdadero amor vive
en altares y ofrendas.

                       Elan Aguilar

martes, 19 de agosto de 2014

El bosque



 Elan Aguilar* Cuento. Texto Completo. D.R.*

Árboles de copa alta, canto de los pájaros, miles de virutas secas de los pinos en el suelo, una tenue luz del sol ilumina el interior del frondoso bosque y me ilumina ¿Qué es la vida? Un día, en el vientre de una mujer, enamorada o no, con conciencia o sin ella, con su voluntad o sin ella, se engendraba otro ser. La mujer desconocía el sexo de la criatura en su vientre, aunque alguna vez escuchó que si se podía conocer por ciertos estudios de la sangre, ella no contaba con el dinero para realizarlos. La mujer no tenía ninguna cartilla de salud, y la mujer no tenía el deseo de saberlo. Sólo tenía una gran excitación, maravillada de pensar que dentro de sí se estaba gestando la vida. Y lo que menos le importaba era saber el sexo de ese ser. No le importaba si aprendería a leer o escribir, no le importaba si sería bueno o malo, no le importaba saber cuáles serían sus preferencias sexuales, no le importaba saber si creería en un Dios o no, no le importaba si sería un ser extraordinario o sólo uno más. Pensaba en el momento de poderlo mirar, pensaba en el momento de poderlo oler, pensaba en el momento de poderlo escuchar, pensaba en el momento de poderlo tener entre sus brazos y acariciar, de juntar, imaginaba, esas pequeñas mejillas a sus labios.
¿Has escuchado un susurro? Los árboles no hablan. Nos susurran al oído qué es la vida. Las hojas que les dicen muertas van alegres cantando al viento que las acompaña hasta el lugar indicado donde nutrirán la tierra. Miles de insectos se alimentan, se aparean, toman el sol y cantan. La copa de los árboles se mecen de un lado a otro como jugueteando con las aves y las ardillas, y las pequeñas flores me acompañan, tan pequeñas y tan generosas, tan pequeñas y tan hermosas.
Al fin nació, y la mujer pudo tener entre sus brazos a otra mujer. Para ella, la vida cobraba sentido, un propósito. La experiencia de dar a luz a otro ser, sangre de su sangre era inenarrable. Piel de su piel, huesos de sus huesos y corazones diferentes. Esa nueva hembra en el mundo era mi madre.
Tal vez no lo creas, pero los animales del bosque conocen la diferencia entre los de su especie y la nuestra. Entre una vida que se venera y una vida que se consume. Entre la alegría de su vida armoniosa y el dolor del ciclo humano. Han pasado uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, …y más de diez animales del bosque. Si, seguro han pasado más de diez porque los he contado. Pasar junto a mí, echarse a un lado, mirarme a los ojos, lamer mi mejilla como el beso de mi abuela al nacer mi madre. Me cuidan, me hacen sentir parte de ellos.
Mi madre, a diferencia de mi abuela, tenía otros planes. Mi nacimiento tuvo en ella un sentido y un propósito de vida diferente. Huir. Tener una nueva vida pero sin mí. Me alcanzó a dar de mamar mientras trazaba sus planes. Sólo un año y medio estuve con ella y luego partió. Deseo que haya encontrado la vida que buscaba. Yo quede abandonado en la casa. La misma que la abuela les había heredado a mi madre y a mi tía, que vivía en casa con su novio.
La vida de mi tía también cambio, de pronto se encontraba con un sobrino del que tenía que hacerse cargo y esto ella tampoco lo eligió. Y yo que me parezco mucho, ahora lo sé, a las flores y a los árboles, a los insectos y a los animales del bosque, a las aves y a las ardillas, me dedique a comer, a jugar, a disfrutar del agua, a disfrutar del sol hasta que mis tíos encontraron otro propósito en sus vidas y me llevaron a una guardería en el que pasaba encerrado todo el día con otros niños. Pasaban a recogerme y discutían entre ellos. Se empezaban a molestar si no me acababa la comida, si manchaba mis calzones, si jugaba en la sala o en la recamara, si hacía ruido. Les estorbaba en sus planes de vida pero sólo tengo cuatro años y no sabía a dónde ir. La maestra les dio un motivo, les comentó su preocupación acerca de que no podía contar hasta el veinte de corrido y en cambio todos mis compañeros sí podían. Les pidió que me pusieran más atención. Al llegar a casa empezaron a gritarme, estaban enojados conmigo. “¡Repite! Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve y veinte” Pero sólo llego hasta el diez, del uno al diez los números que más me gustan. “¡Qué lo repitas!” y sentí el primer golpe de mi tía. Sólo llegue hasta el diez y sentí una cachetada del novio de mi tía que me tiró al suelo, trate de levantarme “¡Repite los números! Niño inútil” Y mi tía me dio con el puño en la boca “¡Inútil!” Derrumbado en el suelo trate de repetir los números, nueve, diez y…, diez y…, me faltaba aire, fue cuando sentí una patada en el rostro.

Ahora sé que este es mi lugar. En el bosque, con grandes árboles, con las juguetonas ardillas, con las hojas secas que dan vida, con los insectos, con los animales que me cuidan y con las pequeñas flores que me recibieron. Unos hombres ya han recogido mi cuerpo.

viernes, 15 de agosto de 2014

Juanito


Cuento. Texto completo. D.R.*
*Elan Agular

Hola soy Brígida, maestra de primaria y les quiero platicar sobre Juanito, un niño que conocí en tercer grado, un niño de cara triste y de una colonia pobre, con muchas carencias, Juanito en mi clase llegaba puntual, con ropa desgastada pero limpio, nunca con mochila, sólo un cuaderno usado y su lápiz, de vez en cuando con una bolsita con un bolillo relleno de chiles jalapeños en vinagre, era callado, bastante, y empezaba la clase y él no se perdía ninguna de mis palabras. Salía al recreo pero se quedaba cerca del salón, tenía una amiga de clase que lo procuraba, cambiaba con él una de sus tortas de jamón o de huevo, Juanito nunca aceptaba quizá por pena, pero su amiga le decía que no fuera así con ella, que a ella le gustaba mucho la torta de chile pero que en su casa no le permitían comerlo, termina accediendo ante la petición. Cuando no llevaba nada, ella le compartía una mitad porque una entera nunca le aceptaba “ándale, ayúdame ya estoy llena y si regreso con comida me regañan” y él le ayudaba. Yo me hice de la vista gorda en muchos aspectos de los puntos que nos pide el programa escolar y en lo que estaba a mi alcance lo procure. En mi casa me habían enseñado principios como la piedad y otros valores que me hicieron inclinarme por la enseñanza pública. “Oiga maestra Brígida”, me llamó el director una ocasión “Juanito ya tiene el cabello muy largo, que se lo corten o mañana no lo deje entrar a clase”, “Si profesor, yo le aviso”, Jimena, que así se llama la amiga de Juanito, había escuchado el comentario del director y antes de salir de clases se me acerco para decirme “maestra, ¿me permite cortarle el cabello a Juanito?” Sentí un nudo en el estómago, una niña de ocho años podía sentir más empatía por otro niño que un adulto. Y ahí estábamos las dos, cortándole el cabello a Juanito dentro del salón para que no fuera a vernos el director. Pasaron a cuarto año y tuve un mal presentimiento, sé que muchos compañeros están más preocupados por cumplir los requerimientos de un programa que de enseñar, por temor a perder su trabajo, pues con la reforma educativa, aparecieron “supervisores” que sólo se encargan de ir a palomear un formato oficial con los puntos a cubrir. Sólo apariencias. Juanito empezó a tener problemas, la nueva maestra de cuarto un día le dijo “¿Qué es esto? ¡Pedí el cuaderno forrado y una pegatina con su nombre! Esto no me sirve.” Y le arrojó el cuaderno “¡Tómalo!”. Jimena y otros compañeritos, me fueron a ver para pedirme un pliego de papel a color para forrar su cuaderno. Ella le prestó la pegatina. Cierto día, Juanito no se presentó a la escuela durante dos semanas: “¿Por qué faltaste Juanito?” le preguntó su maestra, de cuyo nombre prefiero no recordar, “estuve enfermo maestra”, “¿Y tú justificante medico?”, “¿Qué es eso maestra?”, “En el recreo te vas a la dirección, estas expulsado”. Jimena fue a decirme lo ocurrido y me pidió la acompañara a hablar con el director, le parecía injusto. Llegamos a la dirección y Jimena habló: “Señor director, lo que están haciendo con Juanito es injusto. Él estuvo enfermo y no fue al doctor porque no tiene para pagar uno. Sólo espero a componerse. Él vive sólo con su abuelita, y ella trabaja vendiendo chicles en el zócalo, no es justo que lo quieran expulsar”. Juanito miraba el piso. Yo miraba al director, que por un momento pensé que le diría “No te preocupes, Juanito”, pero no fue así. “Regresen a su salón” les dijo, “¿Y usted maestra Brígida, qué se le ofrece?”, “A mi nada, con su permiso”, y nos retiramos los tres. Algo paso por la mente de Juanito esa ocasión, quizá tomo conciencia de su situación, quizá no quería darle mayores preocupaciones a su amiga o simplemente la reforma no estaba hecha para niños como Juanito. Después de cuatro meses, Juanito abandono la escuela. Jimena y sus amigos continuaron. Pasaron a sexto año y yo también. Me dieron sexto grado y estaba muy contenta de ver a este grupo de niños que se habían ganado mi afecto. Un día, al terminar las clases, salimos de la escuela y estábamos esperando el autobús, cuando varios niños empezaron a gritar: “¡Jimena, Jimena, ahí está Juanito, ahí está Juanito!” señalando el interior del vehículo. Todos subimos inmediatamente y Jimena por delante, Juanito llevaba una guitarra, cantaba en los camiones. Todos lo abrazamos.

jueves, 14 de agosto de 2014

Politics

Cuento. Texto completo. D.R.*
* Elan Aguilar

Estoy comiendo un pedazo de papel con sabor a hamburguesa, con todos los nutrientes, dice, de la carne bovina. Hace varios años que las vacas y los toros dejaron de existir. A muchos les parecía extraordinario el recién invento de laboratorio, la creación de un cuarto de libra de res desde los tubos de ensayo y no del matadero.

A mi me parecía obvio que, además de buscar el lucro de forma sustanciosa con una mínima inversión, también se acababa con una parte del ecosistema y de la economía de familias. Pero las masas no lo alcanzaban a comprender. Hacía muchos años que habían dejado de pensar. Estaban profundamente sumergidos en una programación mental, en la vibración más baja y perversa; audio-visualmente eran trabajados día y noche por la radio, la televisión, la prensa, el cine, el internet y hasta unos cuantos libros, en especial los llamados "juveniles" con bastante contenido propagandístico.

Este pedazo de papel no se compara en nada con la carne de res, absolutamente en nada. Pero el poder de la repetición de los medios del "increíble invento" de la carne "in vitro" fue suficiente para programar a las masas, no sólo para consumirla, sino para repetir alegremente "sabe a carne". Aun los más sobresalientes entre los periodistas, llegaron a dar sorprendidos la "increíble" noticia sin ponderar lo que se ocultaba detrás.
No debería de estar escribiendo estas lineas, sería mejor aprovechar el tiempo para continuar buscando a los "Elementales", un calificativo puesto por la FMI o la "Family". Una dinastía de astutos supervivientes, muertos espiritualmente.

Tengo la esperanza de que mis apuntes algún día sea encontrado cuando la tierra vuelva a regenerarse ¿o vegenerarse? Y sea poblada por una generación de humanos brillantes.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Cientos de años atrás el poder obtenido por las armas se volvió la regla, se había descubierto la energía nuclear y su peligrosa radioactividad. Mayor fue el anhelo de poder y control, que el del bien común. Se realizaron pruebas y miles de plantas nucleoeléctricas que envenenaron el agua y los mares. Inició el conteo de muertes por infartos, derrames cerebrales, por cáncer, abortos no provocados, leucemia. El clima se trastornó.Las masas estaban fatalmente programadas. Las minorías de los conscientes se encontraban dispersos pero unidos en una visión. El continente africano era la gran arca de Noe. Los gatos fueron la primer especie doméstica en desaparecer. Alguna vez los perros (Eran los mamíferos carnívoros doméstico de la familia de los cánidos que se caracteriza por tener los sentidos del olfato y el oído muy finos, por su inteligencia y por su fidelidad al ser humano, que lo domestico desde tiempos prehistóricos) fueron la mascota familiar por excelencia.

Los Politics, ejecutores de las ordenes de los miembros de la "Family", eran los seres con el IQ o cociente intelectual más bajo, su único interés radicaba en la satisfacción de los instintos, eran reclutados en grupos cerrados por territorios de control. La Family los asignaba en cada distrito o nación y rincón del mundo. Increíblemente para obtener y mantener la incondicionalidad de los Politics mantenían satisfechas sus necesidades básicas. Cierto día recibieron la orden de imponer impuesto a todo. Poco a poco iniciaron su interminable lista: impuestos a entradas de entretenimiento, a la compra y venta de arte, a la practica de algún culto religioso, al uso de drogas, al aborto, al uso de jardín, a las plantas ornamentales, a la natalidad, por recamaras no habitadas, por comidas excedentes a dos al día,  al uso de parques y jardines, a la vagancia, por preso en los centros penitenciarios, a las colegiaturas, por calificaciones reprobatorias, a la construcción de vivienda, a la tenencia de vehículos, al uso de carreteras, a la ropa y el calzado, a las profesiones, a los comerciantes, a la practica de algún deporte, a periodos vacacionales, al ingreso, a los alimentos de mascotas y a las mascotas, continuaron así, mientras ellos prodigaban una vida exenta de impuestos y sacrificios, una vida grotesca al sentido común.

Cierto día, Labradores, Rotwailers, Pitbulls, Dobermans, Akitas, Galgos, criollos y todo tipo de razas de perros se encontraban en las calles. Las inundaban por miles. Y miles murieron las primeras semanas entre las llantas de los vehículos y el temor de la población. Los Politics no lo previnieron, de hecho no advertían nada, no podían. Después del acontecimiento volvieron a reglamentar: todos aquellos que contaran con una mascota tendrian que registrarlo en el padrón y contar con un tarjetón que año con año tendrían que resellar, con su respectivo "pago de derecho" Y... (con mayúscula y pausado como gran noticia, según su costumbre) por el mismo pago del tarjetón les incluiría un seguro de vida animal. ¡Brillantes! Este tipo de reglamentaciones era el solaz de los Politics, lo anunciaban en cadena nacional y los medios se encargaban de repetir la nota una y otra vez.
Llegaban a creer que a pesar de ser ejecutores de la Family, ellos contaban con grandes ideas que les redituaba un poco a las masas fuera de las ordenes estrictas de sus patrones. Con esta última gran idea, la gente dejó de comprar mascotas. Los negocios del ramo cerraron, y la carrera de medico veterinario disminuyó. Las mascotas terminaron por desaparecer. La delincuencia se incrementó.

Estos apuntes son con la única finalidad de que quede registro y la nueva raza lo considere. ¿En qué momento la humanidad perdió el rumbo? Lo que puedo decir es que de tiempos inmemoriales coexisten dos razas de hombres: los espirituales y los básicos. Los primeros alimentan el espíritu y los segundos exclusivamente alimentan sus necesidades primarias. Los últimos, encargados de llevar a cabo las tareas básicas de legislar, de ejecutar y de seguridad. Se sublevaron. De visión corta y sin alma llegaron a considerar controlar el mundo bajo sus principios. En cada intento causaron estragos al patrimonio de la raza espiritual, destruyendo en cada embestida el conocimiento: arte, libros, construcciones emblemáticas, cualquier manifestación artística o cultural y la muerte de lideres espirituales. Los primigenios estaban en las razas: semitas, camitas y jafetitas. Del continente americano surgió el nuevo hombre, que no comulgaba con la filosofía de vida de los básicos: libre mercado, producir, consumir, producir y consumir, consumir y producir. Su talento natural para producir bienes y objetos era del mismo nivel mental: destructivo. Armas, autos, asfalto, concreto, químicos, alcohol, enervantes, plásticos, aire acondicionado, alimento industrializado, transgénicos, extracción mineral, hidrocarburos. Hechos para remunerar y desechar, remunerar y destruir. Establecieron su dictadura.

La naturaleza en si misma es sabia. Las enfermedades son los remedios del cuerpo. Unos antes que otros, con el tiempo el cuerpo lo asimila y se recupera. Esto no era bien visto por la economía silvestre. y con una población mínima. No se podía mantener alto el porcentaje de incapacitados en la industria para acelerar el proceso de "recuperación" y sin proponérselo, con el paso de los años encontraron otra fuente de lucro: los medicamentos. Promovieron la sobrepoblación y  con ello excedente de recurso humano. La producción industrial de fármacos, otra área de oportunidad para la Family: la creación de enfermedades. Producir y consumir, consumir y producir. Diabetes, presión arterial, enfermedades respiratorias, obesidad, cirrosis, insuficiencia renal, etc. Las masas empezaron a acostumbrarse, terminaron por programarse mentalmente: Las enfermedades eran algo "natural" en la vida del hombre y "natural" el uso de medicamentos en su vida cotidiana.

Un pausa mientras continuo mi camino hacia el sur. Las aversiones de los obtusos no tienen parangón. Para ellos el sur significa retroceso, socialismo, rebeldía. Lo mismo los puntos cardinales. Su carencia de espiritualidad les hacia rayar en lo absurdo y supersticioso. Por esto, el continente prohibido fue la guarida natural de los mentalistas. Una debacle mundial el día que ser salvaje, bobo y bribón fue sinónimo de honrado, integro y virtuoso. Ahora la información que guarda el "sine qua non" de la existencia humana esta a salvo.

Debo decirte que cualquier descubrimiento científico y tecnológico era tergiversado por los rumiantes para sus únicos fines ya mencionados. La creación del televisor, perverso, termino por inclinar la balanza a favor de siervos consumidores al sistema, noventa y nueve a uno. Como un gran hormiguero de insectos rapaces empezaron a consumir el mundo. Explotar, perforar, talar, destruir, contaminar, extinguir: sinónimo de producción, venta, consumo, ingreso, y así entendían su vida y su existencia.

El mar se volvió innavegable, de él emanaba un fétido olor a muerte. Por cielo se podía cruzar a otros continentes pero la FMI aprovecho para repartirse los continentes en mercados cautivos, después de lo cual era imposible los aterrizajes en el extranjero excepto los de sus selectos miembros.

Entre los materialistas, la industrialización alimentaria terminó por afectar la fertilidad femenina y se incrementó la esterilidad masculina. Fue el inicio de los clones cuya única finalidad era sustituir al agente de consumo en la cadena de producción. La población humana decreció, crecieron extensas áreas desérticas por la deforestación y desertización. Empezaron a encapsular grandes ciudades con climas artificiales y cuya única finalidad seguía siendo el lucro.

El continente africano fue aislado por las potencias y sus prejuicios y supersticiones, por sus miedos y temores, los aislaron. Sin embargo, como en un principio, de este continente estaba brotando la vida. El refugio perfecto para los contados espirituales. La mudanza al nuevo hombre, tengo la esperanza, emergerá del continente que un día le llamaron negro, dará luz. Entonces alboreará la edad de oro que ha de seguir a la presente de hierro. Espero encontrarte.

viernes, 8 de agosto de 2014

A ratos


A ratos,

cuando el plomo se vuelve noche,

cuando mi angustia es el silencio,

me vuelvo a tu tibia mano.

A ratos,

cuando llega el dolor inexpugnable,

cuando me arrincona la sinrazón,

me abrazo a tu mirada.

A ratos,

cuando parece la vida más dura,

cuando se ha secado el llanto,

me salva la noche

cada vez que dormimos.

Elan Aguilar

lunes, 4 de agosto de 2014

El Gabo Cuento Inédito


El Gabo.

(Cuento: texto completo. *DR-)
*Elan Aguilar

Muchos años después frente a la vida, el periodista Gabo García había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer un diccionario. El Mundo ya era entonces una inmensa aldea de millares y millares de casas construidas por encima de lagos y ríos que tuvieron aguas diáfanas y cristalinas. El Mundo era tan viejo que todas las cosas tenían un nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo sobre la pantalla de un dispositivo electrónico. Todos los años, por el mes de noviembre, la familia de empresarios trajeados plantaban sus mercancías en toda la aldea, y con un grande alboroto de anuncios y embustes daban a conocer las rebajas de mercancía. Primero llevaron el “Aiffon”. Un empresario corpulento de barba montaraz y manos de buitre, que se presentó con el nombre de Elcharli, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla del mundo contaminante. “La educación ya no es necesaria –pregonaba Elcharli con áspero acento-, todo es cuestión de tener un aiffon en las manos.” Diana García, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza y aún más allá de los usos y las costumbres, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para deshacerse de los libros en la tierra. Elcharli, que era un empresario fino, le previno: “Para eso también sirve.” Diana García creía en la finura de los empresarios así que empezó a almacenar la información de los libros al dispositivo electrónico. Lamazón Lucrarán, su hombre, que contaba con millares de libros de terceros que ensanchaban su desmedido patrimonio, consiguió alentarla “Muy pronto ha de sobrarnos oro para ser los únicos.”
A punto estuvieron de lograrlo este par y tres más. Si no fue, gracias a Gabo García, aquel ser prodigioso que decía poseer un excelente diccionario, era un hombre alegre, envuelto en un aura radiante, con una mirada latina que parecía conocer el otro lado de las letras. Quien, antes de que la familia Lucrarán eliminara el último libro, reunió a la comunidad y soltó de un golpe toda la carga de su entendimiento y reveló su descubrimiento:
-La tierra y los hombres son, por la palabra escrita.
El sofocante mediodía en que reveló su secreto, Gabo García tuvo la certidumbre de que aquel era el principio de una grande amistad entre los libros y los hombres.

Los Hornos


(Cuento: Texto completo. DR.)

*Elan Aguilar


Ya era de madrugada. Seguro pasaba de la una por lo menos. Era un fin de semana y el primer sábado de fiesta del santo patrono de Los Hornos. Un pueblito que se encuentra como a veinte kilómetros de la cabecera municipal. Yo pertenezco a la cabecera municipal pero nunca me falla cada año visitar a Los Hornos. Me gusta su gente, amable y tranquila. Me gusta su clima y sus paisajes, así entre cerros, como en un valle y sobre todo tanta chamaca hermosa. La corrida de toros y los juegos mecánicos son sólo un pretexto. La verdad es que yo estoy ahí por las chuladas. Tengo amigos. Por donde sea. A donde llego. Claro, también tengo familiares en la ranchería y unas primas bien chulas. Y ellas me dicen que estoy bien guapo pero sé que me lo dicen porque me quieren reharto. A mí me gusta pasarla con mis parientes en Los Hornos porque no me siento juzgado por mi canijo vicio. Como que para ellos es algo natural el alcohol en la vida de los hombres, allá en casa de mis padres, no. Y quizá tengan razón, yo por beber me olvido de todo. En Los Hornos los hombres beben y al otro día, crudos y todo, se van a trabajar al campo. O eso dicen, igual se ponen a descansar bajo la sombra de un árbol. Y esto es algo que me atrajo siempre de la vida en el campo. Eterna bebedera y cumplir con sus responsabilidades. Luego que llego a la casa de mi tía, saca el galón de mezcal casero ¡Órale hijo, una copita! Y pues a quién le dan pan que llore. También tiene uno sus creencias acerca de las mujeres de rancho, por lo menos los amigos, pensábamos, que ahí íbamos a encontrar la mujer “ideal” esa que, abnegada, hacía los quehaceres del hogar con prontitud, experta culinaria y amante, esposa fiel y devota. Las feministas hoy nos dirían que estábamos buscando una sirvienta, pero no fuimos nosotros los que crecimos con el estereotipo de mujer que había uno conocido en las películas mexicanas de la época de los Pardavé, los Soler. Más lejos esto de la cruda realidad, imposible. Tuve un primo que su experiencia me hizo recapacitar: se casó con una hermosa mujer de rancho y después de haber sido Gerente en una transnacional tuvo que abandonar su trabajo y emigrar al gabacho porque simplemente no le alcanzaba para satisfacer las exigencias de su mujer. No, gracias. Prefiero pasar sólo un rato divertido con las chicuelas cada año. Que al fin yo puedo prepararme la comida y lavar mi ropa. Como cada año, me regreso a pie a casa. La mayoría de los que vienen a la fiesta se amanecen en el baile o se quedan a dormir en alguna casa. Yo prefiero regresar. El camino, por estas fechas, está iluminado por una enorme luna llena, que baña el campo, los cerros, los ríos, el ganado y un accidente vehicular en una de las curvas de la terracería. Cada año sucede un accidente, a veces trágico a veces sólo son daños materiales. La gente se emborracha y regresa manejando a la cabecera municipal, la carretera tiene muchas curvas sinuosas antes de alcanzar la recta al municipio. Este es otro de los motivos porque la gente prefiere quedarse hasta la mañana siguiente. No he reparado en ver si hay gente herida porque no escuché ningún quejido y es probable que ya lo atendieron. Ya he caminado la zona de curvas y me siento más tranquilo sin el peligro de encontrarme con un conductor ebrio que no me alcance a ver. Ahora empieza el largo tramo recto. De vez en cuando me ha pasado que veo sombras por el camino o escucho ruidos raros o voces que salen de la nada pero luego pienso que es mi imaginación o el efecto del alcohol. Sin embargo no soy una persona que se deje llevar por el miedo a lo sobrenatural, quizá porque no creo en ello. Hoy es la primera vez, que hace rato vine detrás de mí una niña, pequeña, cansada, quizá unos siete años. No es como imagine que pudieran verse los fantasmas, parece tan real que tengo la sensación de que trata de agarrar mi mano. Recuerdo las palabras de mi madre que decía: si una vez te toca ver un fantasma, no te asustes, sólo dile que siga la luz. Y eso es lo que he hecho. Sin embargo, continua ahí detrás de mí. Ya estamos a unos metros de llegar a la cabecera municipal, espero que la luz del pueblo ahuyente a la niña. Bien, dio resultado.
¡Hija de mi vida! ¡¿Qué te ha pasado corazón?! ¡¿Qué haces afuera de la casa a estas horas?! Tía, mis padres han chocado el carro en Los Hornos.