viernes, 21 de noviembre de 2014

Y le dije a Dios



Elan Aguilar*
Cuento. Texto completo (D.R.*)

Y le dije a Dios, “Lo único que te pido es que Alejandra sea mi novia”. Por supuesto, yo a cambio le prometí portarme bien, cumplir en la escuela, ayudar a mis padres y, lo principal, dejar de beber alcohol. Era un trato justo. Y ésta tarde va a hacer el día, no más tiempo. Si todo está en sus  manos quiero mi respuesta hoy, si está de acuerdo.
Me he puesto mis vaqueros entubados, mi camisa de tres cuartos de manga y cuello mao que mando hacer mi madre con un pedazo de tela que había heredado de mi abuela para hacer fundas de cojines pero tuvo la visión de hacerme una camisa, decía que le gustaba el estampado y que se me vería padre. Y cierto, parecía no haberse equivocado, a todo mundo le gustaba la camisa, pero yo estaba seguro que era mi porte; mis tenis finolis blancos media bota ¿Qué marca?... que importa. Con mi cabello envaselinado.
Me paré en la ventana del salón de los de nuevo ingreso. Ser de tercero me daba esa seguridad de sentirme no dueño de la escuela, sino parte de su inventario. Mirando al profesor a los ojos mientras daba su clase, con esa mirada de anuencia, de que podía continuar con su clase que yo sólo estaba pasando revisión visual a los nuevos. Cómo si nunca la hubiera visto, me recargue sobre la ventana e iba recorriendo con la mirada uno a uno de los presentes entre interesado y perdonavidas, cuando tocó el turno a Alejandra puse cara de sorprendido, como quien se encuentra una moneda de oro en la calle, y no le quité la mirada hasta que sus amigas le dijeron en voz baja que la observaban desde la ventana. Le hice un guiño y me retiré. Supe que mi plan había funcionado porque a los pocos pasos de retirarme escuché el “¡Eeeeeeeh!” de su grupo.
Al terminar las clases la abordé. Me ofrecí a cargar con sus cuadernos y acompañarla. En el trayecto le hablé de mis intenciones. No había tiempo. Su respuesta sería la respuesta de Dios y nuestro trato. “Me pones en un aprieto ¿sabes?” ¿En un aprieto? Que bien, eso significaba que… “Tengo novio.” Dijo. Eso no es ningún aprieto, le dije, sólo tienes que terminarlo y empezar a salir conmigo. “Pero apenas ayer le dije que sí.”  Pues mejor aún, un día no es nada y no lo sentirá mucho. “Pero me estuvo insistiendo dos meses.” Mejor aún, le podrás decir que fue por su insistencia por el que accediste pero que realmente no quieres engañarlo ¿no?
No me había dicho nada si ella quería ser mi novia pero era para mí un sí el “me pones en un aprieto.” Y antes de dejarla abordar su pesera contestó “Esta bien.” Le di un beso amoroso y me despedí.
¿Quién puede decir que conoce su razón de vivir? Yo no pero si sé que cuando empecé a beber alcohol era porque simplemente no me sentía a gusto con nada. Como si de repente nada tuviera sentido, como si mi lugar no fuera aquí, en el pueblo, en el país, en el mundo, con estos amigos, hermanos, padres, conocidos. El alcohol era la droga que me ayudaba a salir de esta sensación angustiante: harto de lo mismo, ver lo mismo, escuchar lo mismo, consumir lo mismo, hablar lo mismo y quejarse de lo mismo.
Ahora era otro sin alcohol, Alejandra había aparecido por designio de Dios para llevar a cabo ese pacto que me daba sentido. No tengo duda, Alejandra no era casualidad. El primer día que la presenté en la casa, todos la trataban como si fueran viejos conocidos. En casa se olvidaban de mí y se ponían a platicar con ella de cualquier cosa. De pronto todos tenían una mueca de alegría en el rostro. Prefería hacer otras cosas mientras llegaba el momento de llevarla a casa.
Ella me llevó a la suya y yo me sentía observado, como si trataran con los ojos de quitar las capas de piel que ocultaban las negras intenciones de todos los hombres. Al menos así me hicieron sentir.
El hartazgo había sido sustituido por la novedad y el asombro de cada día. Ir a correr, nadar, caminar, comer, ir al campo, al río, al lago, leer juntos, hacer la tarea, estar en casa, tomarse de la mano, todo está bien. Te olvidas de Dios o Dios no te olvida.
Legó su cumpleaños y el mío al día siguiente. Como tenía muchas amigas, decidieron hacerle una fiesta en una quinta que rentaron, a orilla del lago. Mis amigos les propusieron festejar el mio el mismo día. Una buena excusa para conocer a las de nuevo ingreso. Botanas, refrescos, sándwiches, pastel, música. Mientras  los demás hacían relaciones públicas, Alejandra y yo decidimos tomar prestada una lancha de motor para dar una vuelta al lago.
¿Por qué Dios es omnipresente? ¿Nadie quiere participar? A ver Ale, dinos por qué Dios es omnipresente.
-          Porque está en el cielo, en la tierra y en todo lugar. También es omnipotente porque todo lo puede. Y es omnisciente porque todo lo sabe.
Muy bien Ale. Después de tu primera comunión, me gustaría me ayudaras con el catecismo.
-          Si Padre, me gustaría ayudarle. ¿Puedo ser monja de grande?
Ya veremos Ale. Ya veremos.
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¡Eeeeey! ¡Emilio! ¿Qué has hecho con las hojas dominicales? ¿Son avioncitos? ¡Ahora ves chamaquito cuando te agarre! ¡No corras!
-          No, no corro abuela. Pero me quieres pegar.
¡Métete a misa! ¡Y no corras por las tumbas! Llegando a casa te voy acusar con tu mamá para que te castigue.
-          No abuela. Ya no lo voy a hacer.
                                                        ____________
-          Madre, en la escuela mis compañeras se alcoholizan y algunas también se drogan. ¿Por qué no me dejas ir a la escuela de monjas?
-          Porque irte de monja es como irte al ejército. Ya no tienes madre, padre, hermanos. Sólo servirías a la iglesia.
-          A mí me gustaría servir a Dios.
-          Pues es lo mismo. La iglesia o Dios ¿no te gustaría casarte y tener hijos, una familia?
-          Es lo mismo madre. Ahí serviría a mi esposo e hijos ¿no?
-          No es lo mismo, porque podrás continuar con nosotros. Aunque el casado casa quiere, tendremos más tiempo para convivir.
                                              _____________
-          Hola señora ¿Cómo está? ¿Se encuentra Dinora?
-          Hola Emilio, bien gracias. Ahora le hablo ¿Oye, no tienes algo que hacer en tu casa? Bueno mira, ya está aquí Dinora
-          Gracias. Hola Dinora, ¿cómo te fue en la excursión de la escuela?
-          Bien, gracias.
-          Mira, traje las cartas que te estuve escribiendo mientras no estabas. ¿Las leemos?
-          Emilio, tenemos que hablar. Me da mucha pena pero será mejor terminar.
-          Muy bien. Terminemos. Te dejo las cartas, las escribí para ti. Puedes hacer lo que gustes. Adiós Dinora.
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-          Ale, tu tía ya está grande y sola- Me pidió que te fueras con ella. Ella se va a hacer cargo de tus estudios de bachillerato.
-          Pero mamá, estoy a punto de hacer un retiro vocacional en la casa de monjas. Te lo había comentado.
-          No te quedarás toda la vida. Ya tendrás tiempo de poderlo hacer. ¿Y tu tía? Quién sabe cuánto te dure.
                                      
                                              ________________

-          Venga Emilio, una al hilo
-          ¿Una caguama al hilo?
-          ¿Qué no?
-          ¡Vaa!...
-          Ya te gane guey. Mesero, nos trae otras dos. Y más botana.  Así que déjame decirte, que si sufres por una mujer, lo siento, sufres por pendejo. Si hay más, muchas más. Estadísticamente nos tocarían, si las repartimos, como de doce a cada uno.
-          Me gustaría tener tu capacidad para entender las cosas o de aceptarlas.
-          Tú también la tienes, lo que pasa es que te gustó mucho. Además, nunca te debes enamorar, porque todas son unas putas.
-          No creo.
-          ¿Ves? Ese es el problema, las idealizas. Y sabes, ellas quieren lo mismo que nosotros: sexo.
-          ¿Ah, sí? Entonces ese es mi problema, sabes. Porque yo no las busco por sexo.
-          ¿Qué? No sea mamila. ¿No hasta ellas también nos dicen golfos?
-          Mira, la vida es corta y se te puede ir en el sexo o en conocer el amor. Alguien que te ame tal como eres.
-          No, estás cabrón. Mejor tómale, salud… Mira, te voy a presentar unas amigas.
-          ¿Putitas?
-          ¡Agüevo  cabrón!
-          No, gracias. Mejor preséntame a tú hermana.
-          Jajaja. No te pases eeeh. Ya sabes que está casada.
-          ¿Y qué? Todas son putitas ¿No?
-          ¡Jajaja! Por eso me caes a toda madre cabrón. Tómale, salud.

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-          Ese debe ser el botón de arranque.
-          Segura Alejandra ¿Tomamos el bote?
-          Si. No debe ser gran ciencia. Esa palanquita dice “Acelerar” y “Retroceder” ¿Ves?
-          Okey. Daremos una vuelta a la laguna. Sólo recuerda la casa porque ya anochece y todas parecen iguales.
-          Mira, dirígelo al centro y pon el piloto automático, mientras disfrutamos de la vista.
-          Listo
-          Emilio ¿Sabes que antes de conocerte quería irme de religiosa? Ven, abrázame.
-          Podría estar así el resto de mi vida, a tu lado.
       
                                      ______________

-          Ya tiene dos años, díganme ¿Qué saben de Alejandra?

-          Maestra, todos estamos igual que usted. Hace dos años que desapareció en el lago Alejandra, Emilio y el bote de motor.

e

viernes, 14 de noviembre de 2014

Atroz


Me gustas, total, entera
toda.
El olor de tu cabello húmedo
invitación a la bestia,
toda.

Me gustas, total, entera
abierta,
tu boca llamarada tibia.
Salvaje puerta
abierta.

Me gustas, total, entera
atroz.
Tus senos, provocativos, gritan
mi cuerpo es tu carne.
Atroz.

            Elan Aguilar