miércoles, 21 de mayo de 2014

País de cojos.


Cuento. (Texto completo. DR*)
 
Me gustaría empezar enumerando los beneficios de la reforma educativa, de La, no, de una, de alguna, pero qué les puedo decir yo, un hombre sin atributos. Sólo me queda narrar lo que sucedió allá en el pueblo de, cuyo nombre prefiero reservarme porque en este país todos los pueblos se parecen y la educación también. Aclaro, llámese pública o privada, la diferencia es sólo la marmaja que se paga. La escuela llevaba el nombre de un personaje celebre, ponga uste´ el que guste, hoy ya no tienen tiento ni recato para poner el nombre de cualquier fulano. Un grupo de niños  de una escuelita un día tuvieron la osadía de aventarse del techo del salón. Todos, aquel día llevaron un paraguas como acordaron: pretendían volar. Niños de campo al fin, eran amantes y admiradores de los pájaros. Alfredo le gustaba el gorrión, a Juan el petirrojo, a Hilda las palomas, a Tito la urraca, a Elizabeth el cuervo y a Gerardo la golondrina, eran las aves su signo de alegría, de libertad, de alcanzar alturas donde nadie puede llegar, de escabullirse del peligro, de pasar a la intemperie sin ropa, casi como ellos, y nunca verlos pasar hambre. Quedaron todos por azar o por no, con una de sus piernas incapacitadas. Les decían Los cojos. “¡Ahí vienen los cojos!” les gritaban el resto de sus compañeritos y ellos reían, con una sonrisa triunfante y de gozo. Ya se habían acostumbrado al relajo de sus compañeros y sobre todo, su deseo de volar como aquellos pájaros seguía intacta. Maestra, le decían en clase, ¿puede decirnos de que familia es el gorrión? Maestra ¿Cómo obtienen ese color en sus plumas? Maestra ¿Cuándo llueve, no se mojan? La maestra, muchas ocasiones perdió la cabeza, decía que le interrumpían su clase. Su actitud cambio hacia ellos después de aquel incidente. Empezó a creer en ellos y por su interés en los pájaros. Los cojos eran los mejores clientes de doña Anita, la señora que vendía comida en la barda de la escuela. Siempre eran Los cojos los que acababan con su bolsa de semillas. La maestra les preguntó ¿Por qué comen tanta semilla? “Nos estamos preparando maestra, un día esto será nuestro único alimento”. La maestra preocupada por ellos, mando llamar a los padres para ponerlos al tanto y pedir su opinión. ¿Tienen algo que decir al respecto? Les dijo. Muchos de ellos sólo la escucharon hablar y no encontraban nada que no fuera natural, entendían a sus hijos, "son niños" fue la respuesta de algunos, o quizá ellos en su interior anhelaban lo mismo. Dejar de mantener a un obeso e inútil Estado y ser libres. Una mañana, en el salón la maestra les observó ¿Qué se han hecho en su nariz? Les noto diferente. Si maestra, nuestra nariz es más larga y más fuerte, respondieron. A la mañana siguiente, en el recreo, Los cojos entraron corriendo al salón buscando a su maestra. ¡Maestra! ¡Maestra! La maestra los vio acercarse y no daba crédito. ¡Mire maestra, nos están saliendo alas! grito Tito, ¡Maestra, mis piernas son cada vez más delgadas! dijo Hilda, ¡Ya vio mi nariz maestra, ahora es larga y amarilla! comentó Juan y Elizabeth alcanzó a decir ¡Maestra somos…! ¡Criik! ¡Craak! ¡Criik! ¡Craak! Los cojos empezaron a arremolinarse hacia la puerta. Finalmente se convirtieron en pájaros y juntos emprendieron el vuelo. La maestra jamás volvió hablar de ello pero cada día en la escuela, se le veía hablar con ternura a los pájaros. 
Elan Aguilar*

miércoles, 7 de mayo de 2014

La calavera tiene hambre.




Cuento. (Texto completo. DR*)


La calavera tiene hambre.

Estaba Eduardo sentando en la banca de un parque, quizá el nombre del jardín no tendría importancia de no ser porque, como a los niños que tienen la mala fortuna de llevar un nombre como Godofredo, Hipólito, Schwarzenegger, Wachanwer, un nombre que de existir la justicia…, pero bueno, el parque muy bello por cierto, Revolución. ¿Revolución de qué carajos? En fin, Eduardo había llegado desde temprano y se encontraba cabizbajo, meditabundo. Como ocasiones anteriores en que se quedaba de ver con Edith, en el mismo lugar y en la misma banca. Edith la del pelo ensortijado, piel mate claro, labios carnosos, la chica por la que Eduardo había esperado por mucho tiempo, la que había idealizado a través de las películas gringas, donde la heroína es siempre rubia, de ojos claros, medio ingenua, medio precoz, medio todo pero heroína al fin, esa era su Edith. ¿Y ahora? Se preguntaba, ¿Qué va a pasar? Ella sabe cuánto la amo ¿No será suficiente sólo el amor? ¿No es lo más importante al fin? Las cosas materiales qué importan si no hay amor. Claro que a ella le gustaría andar en carro, en moto, tener una casa, comodidades, pero eso vendrá después. ¿O acaso no sentimos lo mismo? Eduardo levantó la cara hacía el pasillo y hacía la entrada del parque, quizá sin proponérselo podrían coincidir nuevamente como coincidieron la primera vez en que se flecharon las miradas. “¿Señor? ¿Señor?” Seguía concentrado en que apareciera, trataba de utilizar el poder de la mente para llamarle a su alma gemela, creía, quizá funcione la telequinesia “¡Señor, me da mi calaverita!” Un niño de apenas cinco años le jaló el pantalón –Perdón hijo, no tengo dulces ya pasaron antes unos niños, se los he dado todos. “¿Me puede dar el pan?” Señalando hacía la banca, una bolsa con pan de muerto que Eduardo acababa de comprar. –No puedo hijo, este pan es… este pan me lo acaban de regalar. Eran unos panes de muerto sin azúcar, con mucho ajonjolí y tremendos huesos, brillaban de lo bien horneado que estaban y olía sutilmente a naranja, Eduardo quería sorprender a Edith por si se presentaba casualmente. Algo le decía en su corazón, quizá un corazón sincero, ingenuo dirían otros, que Edith era la indicada para continuar juntos la aventura de la vida, que con ella podría viajar por México, conocer cada pueblo y cada playa, visitar las barrancas del cobre, andar por las calles empedradas de Taxco comiendo tacos de barbacoa, respirar el aire frio y limpio de Pátzcuaro, correr por la arena de Isla Mujeres y coleccionar caracoles, subir la pirámide del Tajín, mirar en vivo a las ballenas del mar de Cortés antes que las extingan, pensaba con el corazón. Tenía la suerte o el infortunio de no estar rodeado de gente más llana, sin tantas “pretensiones” como esos que te aconsejan: “A comer y a beber que mundo ahí te ves” o “Una buena palanca para entrar a trabajar a gobierno y a hacer carrera”. A la proximidad de la banca siguiente se observaba un periódico doblado que alcanzaba a leer “Se matan en la autopista a Cuernavaca”. Esos pasquines que sólo les interesa hacer dinero con el morbo de la gente, se dijo para sí e intento levantarse de la banca para recogerlo y tirarlo a la basura, le desagradaba, pero desvió su atención una hilerita de hormigas que empezaban a subir por la banca en dirección a su pan de muerto para Edith. ¿Por qué no será igual la vida de los hombres al de las hormigas? Bueno, ellas no pueden viajar y conocer las bellezas de México, se decía para sí aunque Eduardo no conociera más que los balnearios de Morelos y se moría de ganas de estar asoleándose en una playita, le contaban, del lago de Tequesquitengo. El parque se empezó a llenar de parejas en las bancas y de familias que esperaban recoger a sus infantes de la clase de natación. Ya el sol había pasado el cenit sin darse cuenta, Eduardo que miraba de reojo a los enamorados que se abrazaban y besaban. -¿Así me vería yo con Edith? Algunos se ven muy desesperados, otros tiernos, qué espectáculo ¿o será mi envidia de estar sentado solo?- “Hola joven, buenas tardes ¿todo bien?” preguntó  un policía que realizaba un rondín por el parque. Si oficial, muchas gracias. “Le recuerdo que el parque se cierra a las nueve, y antes de la hora si esta área está sola le pediría que se acerque a las zonas de salida para su seguridad”. -Correcto oficial, muchas gracias-. El policía continúo caminando por los pasillos,  golpeaba con su garrote el barandal de las jardineras antes de llegar a las bancas donde se encontraban parejas de cariñosos, alertándolos de su llegada, quizá para evitarles una pena, “hola jóvenes…” escucho Eduardo como un susurro. La temperatura bajo. Sin darse cuenta, el sol se iba ocultado y apenas se notaba una luz tenue de su reflejo en el parque. Recordó cuando todo empezaba a tener sentido antes de conocerla. Ya había hecho planes para terminar con creces su carrera universitaria y de ahí, visualizaba, entrar a una congregación religiosa, no, no sería fácil pues como todo humano él también se sabía débil ante el sexo opuesto, pero después de su último fracaso amoroso lo tenía propuesto: entregarse de lleno a la vida del espíritu. A ella la había visto dos o tres veces por sus mismos rumbos, y cuando la encontraba trataba de no mirarla, de ignorarla, le gustaba pero no quería alimentar otra idea que no fuera su finalidad, el celibato. Y no fue hasta que coincidió con un amigo de ambos y un día inesperado le preguntó -Oye Eduardo ¿te gusta mi amiga?  ¿Cuál amiga? Esa que está allá, se llama Edith. No podría negarlo, es bonita ¿Y si tuvieras oportunidad andarías con ella, pero bien? Mira Esteban, no te entiendo. Ni la conozco ni sabía cómo se llamaba y la verdad esas cosas no me las he preguntado ¿Pero te gusta? Sí, ya te contesté. Mira, lo que sucede es que, es mi amiga y la estimo mucho y pues… Y pues ¿qué? Pues te lo diré pero no quiero que la vayas a herir ¿Qué la vaya a herir? Oye, si fuiste tú quien empezó está plática, no yo. Okey, le gustas a mi amiga y me pidió que te presente con ella ¿aceptas?- ¡Carajo! ¿Por qué habré aceptado? Si yo tenía otros planes. Pensó Eduardo sentado en la banca, mirando el suelo, cuando se dio cuenta que la luz amarilla de las lámparas del parque ya estaban encendidas y el reflejo de su silueta se proyectaba en los adoquines.  Levantó la mirada y alcanzó a ver la sombra de la última pareja que se retiraba por la salida que da a la avenida principal. Empezó a sentir frio y pensó en retirarse del lugar tal como le había aconsejado el policía por la tarde. Sí, allá estaba Edith. Desde lejos la vio caminando hacia él. Te estaba esperando, le dijo mientras volteaba a buscar su bolsa con el pan de muerto, antes de poder sostener la bolsa, Edith ya se encontraba sentada a su lado. Yo también quería encontrarte aunque pienso que es mejor ya no verte más, le respondió. Ten te compré este pan de muerto, sé que te gustan. Debes irte ya, este lugar no es para ti, contestó Edith al momento que se levantaba y empezaba a caminar hacía una pequeña salida que da a un callejón. Eduardo trato de levantarse y seguirla cuando escuchó el grito de un hombre que lo distrajo, se acercaba de prisa desde el área de la alberca ¡Oiga joven no puede estar aquí! El parque se encuentra en remodelación. ¿En remodelación? Si, ya tiene un mes, yo soy el celador del lugar y de seguro olvidé cerrar la puerta por la mañana cuando salí a comer, usted disculpe. Eduardo no daba crédito a lo que escuchaba e intento explicar lo sucedido cuando prefirió callar y retirarse al ver su bolsa de pan vacía. A la mañana siguiente Eduardo se enteraba que Edith había muerto en un accidente en la autopista a Cuernavaca.   
 
Elan Aguilar*

lunes, 5 de mayo de 2014

¿Alguna vez alguien escuchará mi historia?



Cuento. (Texto completo. DR.*)

Se trata de la chica que amó a los Beatles, que amó al chico nuevo de preparatoria, que amo a sus padres y hermanos, que amó la vida. Se trata de mí.
Ya empezamos a contar los días, falta menos para salir de vacaciones y terminar el año escolar. En mi caso significa terminar la secun. ¿Eeey Caty? ¿Dónde continuarás estudiando? ¿Por qué no te vas conmigo a la escuela de cultura de belleza? ¡Y ponemos una estética entre las dos! Me decía Bere.
No me considero una chica bonita menos ñoña, de esas que les gusta andar a la moda, o sonriéndole o haciendo poses a la cámara. Eso no va conmigo. Soy delgada, de mediana estatura, cabello medio quebrado y medio liso, y aun así me seguían muchos chicos o los chicos para no oírme pretensiosa. Ninguno me llamaba la atención y eso que todos tenían lo suyo.
Recuerdo a Erick, soñador empedernido. Hola Doña Mago, ¿se encontrará Caty? ¿Caty? Ese no es mi nombre pero ya era mío. A mis padres les daba por ponerle nombres de bichitos a todo mundo. “Porque son unas cositas” decían. De ahí que, desde que recuerdo, yo era su Catarina. Catarina mugrosita, Catarina sonrisitas, Catarina pecosita, su Catarina del sol. Y ya después llegaron los flojos, los que les gusta abreviar todo porque se cansan si lo dicen completo. Caty.
“If I fell in love with you, would you promise to be true. And help me understand”
No Bere, no sé aun lo que voy a estudiar. Por el momento no quiero estudiar nada ¿entiendes? Quiero tomar un año de vacaciones. El kínder, la primaria, la secundaría ¿y ahora qué? Ahora nada, eso es lo que quiero. Nada. Pero si algo sé es que cultura de belleza no será. Y no es que me desagrade Bere. Mis padres tienen sus propios planes ¿sabes? Creo que hicieron bien en decirme Catarina. Me siento como ese bichito. Sin poder, sin fuerza, sin hacerme escuchar. Estas aquí y ahora ponte acá. Y puede pasar la gente caminando y aplastarla. ¿Qué le pasa a la gente? Ahí va una cucaracha ¡mátala! Ahí va una fila de hormigas ¡mátalas! Ahí va una abeja ¡mátala! Y lo grave es ver a los padres inmutarse ante la falta de respeto hacia la vida de sus hijos. Me toco un día ver a un mocosito imbécil acompañado de la mamá que pateo a una paloma en la calle. El tamal andante como si nada.
Si así soy yo. Me gusta ser yo misma. Caty fíjate cómo se comporta fulanita, Caty no te pongas eso, no leas aquello, ve a misa, no veas lo otro, qué va a decir la gente. ¿Qué va a decir? Que digan misa. Doña Mago fue la que me pario y poca atención le pongo a sus comentarios. Pueden ir guardando esos comentarios para otra Caty.
Me gustabas mucho Caty, así, sincerota. Por supuesto, que hubiera yo dado por que te hubieras ido de estilista conmigo. Eso sí me saca de onda, no lo entiendo ¿sabes? Tu tan fuerte, tan segura de ti, jamás una cervecita ¡eso es para las pirujas! Caty que cabrona, jajaja! ¿Y no pudiste decirles nada a tus viejos? ¡Ni madres, yo no quiero estudiar la prepa! ¡Yo quiero mi año sabático! ¿No?
Ahora que veo el atardecer desde mi pueblo hacia el horizonte, lleno aún de campos de sembradío, el verde brilla con la luz rojiza de un sol inflado y majestuoso, la brisa suave, fresca, acaricia mi cuerpo, mi rostro, un riachuelo de agua cristalina, corre calmo, como esperando su momento a que lo describa ¿No sobramos nosotros?
¿A quién vera ese niño? Que ridículo ahí en la ventana cerrando el ojo ¿O será que tiene un tic nervioso? Ya hasta me perdí lo que decía el maestro. Lo bueno que era la presentación de cada uno. Moreno, alto, pelo chino ¿por qué lo de chino? Si los chinos son bien lacios. Cejas de conquistador. Labios ¿mmm? Medio trompudo. Eey, ¿ya viste mana? Ese chavo te está cerrando el ojo, eeh, eeh! Me dijo Silvia, la nueva compañera de prepa. ¿Qué diablos? Nunca me he fijado en un chavo menos moreno, pero que bien lo he descrito. Terminó la clase y él seguía ahí. Esperaba que no estuviera aguardando mi salida del salón. Hola yo soy Ricardo, pero todos me dicen Montroni, puedes llamarme Montroni ¿y tú? Puedes llamarme Caty. ¿Tienes otra clase? No ¿Ya te vas? ¿Puedo acompañarte? No gracias vivo aquí cerca, ya casi llego. No importa, te acompaño ¿me permites que te ayude con tus cosas? Oye ¿y te ha funcionado cerrar el ojo con otras chavas? Jajaja, no, es la primera vez que lo hago ¿te gustó? Pensé que te había entrado un mosquito.
“I´ve  got a feeling,  a feeling living inside, oh yeah, oh yeah, I´ve got a feeling, a feeling I can´t hide, oh no, oh no.”
¿Has sentido cosquillitas ahí? ¿Dentro de ti? ¿O sentir la sangre correr de los pies a la cabeza? ¿Que cambia el clima y todo lo sientes cálido? ¿Que no has ganado la lotería pero te sientes con suerte? ¿Que el tiempo se detiene y sabes que has guardado ese instante para siempre? ¿O que un relámpago te golpea? ¿Lo has sentido?
Caty. Ya me habían dicho tu nombre. Ya había preguntado por ti. ¿Sabes? Me gustaría que supieras que en realidad soy tímido, que solo me había besado con algunas chicas y había salido con otras solo por presión de los amigos. Pero el deseo por conocer a alguien, o sentir como palpitaba mi corazón cada vez que te veía, o sentirme a gusto con alguien, o gustarme el olor aun cuando sudabas, y no pensar cómo complacerte porque cualquier cosa te causaba risa, fue contigo. ¿Lo sabes, no? Ahora ya lo dije. ¿Qué me gustaría estudiar al terminar la prepa? Me preguntan mis padres y parecen preocupados. Los entiendo. Lo único que sé es que quiero hacer lo mejor que pueda Caty. Por ti y por mí. No digas nada ¿quieres? Que quiero guardar este momento solo para mí.
Me tomó de sorpresa la facilidad con que la gente realiza juicios sobre los demás sin poder darse cuenta que lo que critica en los demás es de lo que más adolecen. Quizá es la misma necesidad de encontrar una respuesta a su ignorancia. Fulano es un cobarde, golpea a su mujer, y al mismo tiempo el que juzga llega a casa y golpea al perro. Ah, decían algunos, es que no puedes comparar, un perro no es lo mismo que un humano. Menganita no tiene perdón de Dios, se realizó un aborto, los mismos que al tener cachorros la perrita los abandonaban a su suerte en el monte. Ah, los vuelvo a escuchar. Por eso siempre prefería alejarme de muchos, no quería terminar haciendo lo mismo, hablando sin ton ni son de muchos con tan poco. Sentía solo por escucharlos que me desgastaba, que me robaban mis energías. No gracias. Pueden seguir con sus vidas.
“It´s not the way you smile. That touch my heart.”
Por eso no me disgustaba tanto que me llamaran Caty, tuve una gatita blanca que llegó a casa sola, pequeñita, Caty le llamé. Un encanto de gatita. “Ey Caty, esa gata puede estar llena de pulgas o sarna, sácala de aquí!” La voy a bañar le dije a mi padre para que dejará de preocuparse. Nunca la bañe. Sentía que se podía morir de frio. Caty era una gatita entendida. Iba conmigo por la casa de arriba abajo. Y me acompañaba hasta la puerta cuando salía de casa. Le puse su cajita con arena y nada tonta, la tomó para tomar el sol, se retorcía en ella o se quedaba patas arriba. Y agarró una esquina del patio para orinar y hacer popó. Se estaba conmigo en el cuarto y cuando ponía “Baby it´s you” a Caty le daba por empezar a arrullarse con mi almohada. Gatita loca, le decía, me miraba y seguía haciéndolo. Caty pequeñita, era gustosa. Le compre unas croquetas ¿se las comió? No. Solo quería estar comiendo atún y leche. La leche se la daba a escondidas de mi mamá, pues era “su” leche light. Tenía su rollito de tela para jugar que le había confeccionado con un par de calcetines de Charlie Brown. Ya tenía todo rasgado al Snoopy. Caty dormía en mi cuarto encima de una frazadita rosa de Kitty que me habían regalado años atrás en un cumple, pero que siempre estuvo guardada en el ropero hasta que apareció su dueña. ¿Han visto el cráter de don Goyo? Debe ser inmenso. ¿O los cenotes sagrados de Yucatán? Algo así debe haber sido el hueco que hizo mi gatita Caty en mí. Cuando llegue a casa antes de las dos últimas clases porque habían faltado los maestros, y ver en su cajita de arena a Caty recostada de lado y su carita puesta en dirección al portón de la casa. Parecía dormida. Parecía esperarme. Caty gatita consentida, llegaste a casa sin avisar y te has ido igual. Caty pequeñita me diste mucho cariño.   
¿Por qué? ¿Por qué por qué se pregunta tanto la gente? Por qué esto, por qué aquello, por qué lo otro, por qué antes, por qué Dios, por qué la vida, por qué, por qué, por qué. ¿No se cansan? Entiendo que en la escuela uno tiene dudas y le pregunta a los profesores. Pero es con una finalidad y una respuesta con un propósito. Pero que cansancio con la gente preguntona. Y si les dices ¡No hay respuestas para todo! ¡No insista! Por un oído le entra y que viva su ignorancia y su testarudez. The Beatles ¿alguien se pregunta por qué? Hasta hoy no he escuchado a nadie preguntarse por qué sobre los fabulosos Beatles. Tan solo veo a la gente disfrutar su música y a los que no, pues simplemente escuchan la cumbia, la salsa o la banda y punto, digo, si se pueden comparar para preguntarse ¿por qué?
“I give her all my love that´s all I do,
and if you saw my love,
 you´d love her too I love her”
¿Por qué? ¿No, verdad? Simplemente la escuchas y la disfrutas y dices que bonito, que hermoso, ¡yo también la amo! No tengo duda que la gente que se ama es aquella que es auténtica. Y la vida es hermosa, los Hombres son con sus instintos los que se empeñan en hacerla difícil. Y muchos, por esa falta de conciencia, de sombras en sus vidas, señalan para todos lados buscando responsables de nuestras desgracias. Ni los amados se salvan de la estupidez humana, como mi amadísimo John, muerto cobardemente por la espalda a uno que antes le dio su autógrafo.
Sin que alguien me lo diga una cosa me dice mi interior, al ver la maravilla de la vida, la tierra fértil, los animales majestuosos de la selva, los domésticos del campo, los paisajes increíbles de mi tierra, la inmensidad de vida marina y su imponente mar, los increíbles sonidos de los truenos y rayos, la fuerza de los terremotos, la infinitud del cielo, la vitalidad del sol, lo refrescante del agua, lo cálido de una sonrisa, lo tierno de un abrazo, la magia del perdón, lo increíble de nuestra voluntad, lo maravilloso de la mente y el espíritu. Que nadie puede quitarle la vida a otro ser humano. No diré más porque empezarían los por qué.
Había un joven en el pueblo, caminaba de un lado a otro, de la entrada a la salida del pueblo, de una colonia a otra, del centro a la iglesia, de la iglesia al panteón, caminaba con su lazo, y a todo mundo le hablaba y a todos saludaba, indistintamente se refería, a la gente mayor que él, si era mujer tía, si era hombre tío. Definitivamente era el sobrino del pueblo. Y los tíos siempre le daban algo cada día, un pan, ropa, zapatos, tenis, un sombrero, monedas o billetes. Y a los que creía eran menores que él, les decía ñiña o ñiño no podía pronunciar la N en la palabra. Me pregunte alguna vez si los locos no éramos el resto. La “gente” tomando lo que no es suyo, poniendo impuestos a los demás, matándose entre hermanos, entre padres e hijos, los padres a los hijos, odiando, autodestruyéndose con drogas y alcohol, buscando el dinero fácil, destruyendo el mundo ¿Por qué dirían que estaba loco? ¿Por no bañarse? ¿Por no robar, matar, prostituirse, humillar, golpear?
Imagine there´s no heaven, it´s easy if you try, no hell, below us, above us, only sky.
No creo que debas preocuparte por nada; la vida no es como te adoctrinan los hombres, porque los hombres y su mentalidad limitada simplemente no es vida. La vida no es la religión que profesan tus padres, tus amigos, las mayorías o minorías. La vida no es de izquierda o derecha o de centro. La vida no es buenos y malos. La vida no es una nacionalidad o país. La vida no son héroes o villanos. La vida no es salir de blanco o de negro. La vida no es la moda ni los títulos. La vida no tener o no tener. La vida no es nada de esto. Así que no trates de complacer a los demás que la vida no es nada de ello. A veces parece que es algo tan simple como sus intereses o sus estados de ánimo. Si amanecieron de buenas todo es bueno y si amanecieron con dolor de espalda todo está de la… según sus gustos.
Un chico de mi colonia, Romeo, medio atolondrado, un día decidió dedicarse a vender ropa y calzado juvenil, me ofreció algunas veces y algunas veces le compre. No sé mucho de él. Pero un día amaneció su cuerpo en unas tierras de sembrar. ¿Qué hizo? Lo que haya hecho les aseguro que no era para quitarle su vida. De hecho nadie la tiene, y muchos se justifican con conceptos para matar: seguridad pública, terrorismo, moros y cristianos, caballeros, siempre los hombres se han justificado para hacerlo. ¿Quién les cree? No deja de sorprenderme la inconsciencia que habita en el hombre, y por ello mismo tampoco la factura que tendrán que pagar. Pederastas, empresas que tiran alimentos para manejar los precios en el mercado, asesinos, delincuentes, violadores, políticos que se sirven, abusadores, extorsionadores, defraudadores, monopolios, pero Romeo se dedicaba a sobrevivir en este mundo de; ustedes pongan el adjetivo que más les guste. Yo simplemente recordaré que murió a los veinticuatro y que siempre tenía una sonrisa para mí cada vez que nos cruzábamos en la calle.
Algo no les he contado, no me gusta el olor de la boca al levantarse ¿y a ti? No me gusta el olor de mis axilas, es incómodo cargar una toallita, es desagradable el olor; creo que la nariz la tengo desviada, los ojos grandotes, la boca chiquita, el cabello áspero, las piernas largas y delgadas, las manos largas, solo lo creo. ¿Seré de otro planeta?
“I once had a girl… or should i say, she once had me”.
Las historias son como la vida del hombre, se aferran a seguir pero todas tienen un fin aun sea una trilogía o más. O quizá deba decir que las historias son como sus dueños tienen un principio y un final. Me imagino que la Vida es una historia narrada por un ser Supremo, porque tiene de todo y no supe su principio y menos su final.
A pesar de tener una familia numerosa, mis padres, dos hermanas y dos hermanos, no sufrir carencias, el amor de ellos, a su manera claro, de salir a pasear, de ir al cine, nadar, visitar el campo, la playa, escuchar sus discusiones sobre futbol, política, religión, taranovelas (guaac!), de alguna u otra forma había un vacío en el estómago que nada llenaba, y por favor espero no juzguen mis palabras tan rápido y digan: le faltaba Dios, sus padres no la escuchaban, sus hermanos le hacían la vida difícil por ser la menor, estaba desubicada y todas esas frases ya hechas ¡por lo menos sean originales en una! Ese vacío seguía ahí, pensé tal vez que era el espacio que había dejado Caty. Pero no. Tengo entendido que no soy la única en sentir ese vacío, lo que sucede es  que algunos somos conscientes de ello y vivimos con ello y otros no se dan cuenta y otros que sienten “algo” lo tratan de tapar con alcohol, drogas, mujeres, hombres, dinero, comida, trabajo, fiestas, amistades, ropa, muebles, casas, carros, títulos, distracciones y quizá el alcohol no sea el primero por casualidad ¿o qué creen?
No lo sé si han pasado por ello pero cuando más tiempo pasaba conmigo misma, ese vacío iba disminuyendo, increíble ¡una paradoja! Pero recuerden, no me pregunten ¿por qué?
“Blackbird singing in the dead of night, take these broken wings and learn to fly, all your life”.
Seguramente no hay nada como la amistad. Si tienes un amigo sabes lo que digo. Con un amigo sabes que puedes fallar en algo y no te ofenderá, puedes fallar y no te criticará, puedes fallar y te perdonará, te perdonará de corazón. Y jamás lo reprochará. Un amigo es saber que cuentas con él o ella en cualquier momento, en cualquier lugar. Con tu amigo te sientes a gusto. Sabes que te acepta como eres. Un amigo cuando se va te deja un vacío que nunca  se llenará. Un amigo es un confidente, no te defraudará. Un amigo es leal, te defiende cuando no estás y siempre habla bien de ti en cualquier momento. Si tienes uno, cuídalo. Se leal, no lo critiques, habla siempre bien de él. Acéptalo como es, no trates de cambiarlo. Perdónalo. Si aún no lo tienes, encuentra uno. La vida es más confortable con uno.
“¿What would you think if i sang out of tune? Would you stand up and walk out on me? Led me your ears and i´ll sing you a song, and i´ll try not to sing out of key.”
  Nadie dijo que fuera fácil, no entiendo porque nadie habla de ello. Por qué, aun no lo sé. Quizá llegaré a tocar las estrellas o una sola, quizá. Aquí nadie dice lo siento, te necesito, dime tus secretos, quiero ayudarte. Aquí a nadie le importa. Vivimos en círculos y todos somos parte. Nadie dijo que sería fácil. En dónde estás cuando he extendido mi mano, en dónde cuando dije con un grito “no entiendo” desde el fondo de mi alma. Nadie dijo que sería fácil. Es una pena que tengan que continuar, tratando de alcanzar, tratando, cualquier cosa. Yo iré por mi estrella.  Allá donde habita el olvido.
 La vida es así, caprichosa, urgente, interminable, libre, oscura y brillante, fluye, quema, te moja, te toca, te llama, la vida somos todos y no es nada, es un viaje, un camino, corto o largo, pero tiene un destino, una meta, un sentido, y dando vueltas en el universo vivimos. Nada te darás cuenta, que tiene que ver contigo, simplemente la vida es, no lo tomes personal ni trates de entenderla, como lo has tratado de hacer conmigo. Acéptala.
(Jai Guru Deva OM, nothing gonna  change my world, Jai Guru Deva)
Estoy enamorada. Amo a mis padres y amo a mi novio; y a ninguno quisiera herir. No sé si fue lo mejor, pero si me ves aquí, vestida de blanco, escuchando a mis Beatles y con mi rostro en paz es porque he hecho lo correcto o porque la música me da paz, tú lo sabes mejor. Que más hubiera deseado entregarme a ti por amor, porque yo lo decido. Que más hubiera deseado salir de blanco y complacer los convencionalismos sociales de mis padres por amor. Pero no se puede complacer a todos sin tener la certeza que lo lograras, y eso cansa. Prefiero llegar hasta aquí. No te pido que me entiendas, solo que no me juzgues, que me aceptes, que lo aceptes. Tus muestras de afecto las agradezco, no sientas pena por mí. Yo ya no estoy más aquí, tendida en el sofá, vestida de blanco, perfumada, después del disparo nada. Mi espíritu sigue intacto, nada cambiará mi mundo. Que nada cambie el tuyo. Yo decido. 
Elan Aguilar*