El susurro de las hojas.* (Texto completo)
*Elan Aguilar
La mayoría asegura que la
Tierra es redonda, aunque nadie la haya visto. La mayoría también asegura que
el hombre pisó la Luna sólo porque lo han escuchado. ¿Por qué entonces esas
mayorías dudan de la existencia de un Poder Superior o de un Dios? Los hombres
se comportan con arrogancia, van por la vida sintiendo tener una certeza del
conocimiento de las cosas, cuando lo único que conocen son conceptos. Como la
palabra electricidad, pero ignoran como se genera, se transporta, se trasforma
en luz e ilumina sus cuartos, simplemente tocan el apagador y listo.
¿Qué pasa si te digo que
vivimos solamente en nuestra imaginación? Que la arena y la playa que crees
estar disfrutando no existe, que no existen los “fines de año” o los “nuevos
años”, que los viajes que has realizado en auto o en avión, nunca te has movido
de un mismo punto. Lo más sencillo es pensar que pierdes tu tiempo leyendo a quien
le hace falta un tornillo, pues tú “sabes” que el mundo es mundo, que existe el
tiempo y la distancia. O quizá pienses que ya es demasiado tarde para estarse
cuestionando este tipo de cosas cuando la realidad es lo que escuchas a diario
por tu televisor, la radio o tus mensajes de noticias a tu celular que por
cierto nunca solicitaste y sin embargo lo aceptas.
¿Por qué es tan difícil que
el hombre o la mujer encuentren su alma gemela? Exacto, te has dado cuenta. Por
la misma actitud. La alma gemela siempre ha estado ahí, y seguirá ahí. Se
presenta ante su par, pero el acondicionamiento mental bloquea a las personas. Tú
sabes cómo es, lo o la sueñas, y hasta en su momento se han encontrado pero,
siempre hay un pero, algo con que justificarnos para ir a su encuentro: la
distancia, la clase social, el lenguaje, la edad, la religión, su estado civil.
Pero cuando los pocos se atreven, las mayorías se aprestan a juzgar el hecho de
cualquier forma menos como un acto necesario para poder unir dos almas.
Entonces vuelves a tomar la ruta fácil del adoctrinamiento, lo que las mayorías
decidan pues las mayorías saben y tienen la certeza de la vida, aunque esto
signifique vivir una vida de apariencia.
La verdad está ahí entre
nosotros, muchos la han escuchado pero sólo la repiten, obteniendo de esto
algún tipo de placer momentáneo. Porque vivir una verdad es obtener un placer
eterno pero toma su tiempo, su sacrificio y su esfuerzo, tres cosas
desagradables para el ser mundano. Por ejemplo, lo más importante es la belleza
interior. Pero desde el vientre de la madre ya te han condicionado, la
mentalidad es un factor primordial en el desarrollo del ser. Luego te compran
ropita mona, accesorios monos, zapaticos monitos, y terminar siendo un mono.
Creces y la preocupación por lo exterior también. Llegas a creer que vales
según el modelo de celular que tengas, del modelo de vehículo, de la marca de
ropa. Aunque pregonan que la vida interior es lo que cuenta.
Diferenciar fue algo
necesario en la evolución, pero las mayorías se han quedado pasmadas en esto y
sólo les ocasiona una barrera para continuar evolucionando. Por una extraña
razón las personas se sienten como la escala mayor del Universo, son los seres
racionales y el resto los irracionales, aunque sus actos demuestran a diario lo
contrario. Se comportan como si toda la creación estuviera ahí para ellos, para
disponer como mejor les plazca ¿Quién o quiénes los adoctrinaron de esta manera
perversa?
He estado aquí, en este
hogar por unas horas, tratando de comunicarme con la mujer que sufre e intenta
preparar la comida. Su rostro denota la tristeza de vivir con alguien que no es
su alma gemela y me gustaría decirle que nunca es tarde para encontrarla, sobre
todo que nunca prepare un guisado en ese estado emocional pues sólo se
ocasionará un daño peor con su ingesta; pero sólo soy para ella un ser
inanimado, irracional, un objeto, pero jamás alguien que piensa y siente,
alguien que tiene el mismo privilegio de habitar el planeta, en el mejor de los
casos sólo soy un alimento, la lechuga.