viernes, 30 de junio de 2017

El intocable


Todo pasa en el colectivo. De verdad, date la oportunidad de viajar en micro, si no, te estas perdiendo la vida. Hoy iba full la troca, no cabían más, era la ruta de la siete, cuando toda la bandita escolar quiere llegar al cuarto para la hora a la escuela y los "employies" al trabajo. Lleno, de verdad. Ese camión tenía más parecido a una salchicha argentina, atascada de carne, de chamacos sin peinar y doñitas enchinando la pestaña. Última parada de la colonia antes de salir a las agresivas corrientes del tráfico de la avenida. "¿Se va a parar? Que no chingue. Que se los lleve en las piernas" comentó un señor octogenario que parecía ir flotando en el pasillo, ya que se encontraba metido entre dos torres: un par jóvenes como de metro ochenta con sus playeras de la universidad. ¡Vámonos! Gritaron todos. Había unos pequeños letreros en las ventanillas a la mitad del corredor que decían "Pasajeros sentados 26. De pie: 12" Y aunque los conté tres veces no me salía la cuenta, habíamos sesenta y dos pasajeros. Con personas volando en los estribos, el conductor insistía en subir a sus "últimos dos pasajeros" como prometía, pero ya nadie le creía y la gente se rebelaba ¡Los de las puertas que no se muevan¡ ¡Vámonos! gritaba la gente. En un intento desesperado o de la infinita sabiduría del chofer, este sólo alcanzó a decir: "O se recorren o les quito la música de Intocable".
Elan Aguilar